AUTORIDADES POLACAS


     Stefan Starzynski es el alcalde de Varsovia. Desde el principio de la invasión alemana, que comportó más tarde la huída de las principales autoridades polacas a países del extranjero, se convirtió en el centro de todas las miradas por parte de una población que no tenía nadie más a quien acudir en tan duro trance. Dispuso que los trabajadores del ayuntamiento de la capital polaca trabajaran sin descanso para ayudar, día y noche, a las personas que más lo necesitaran. Él mismo daba ejemplo, sin abandonar nunca su puesto. No se movía del ayuntamiento. Su comportamiento, valeroso y modélico, daba fuerzas a toda la ciudad. Su voz, desde la radio polaca, dirigió a todos sus conciudadanos, consolándoles y esperanzándoles. En ocasiones, se dirigía a los lugares más peligrosos para ayudar a sus empleados en lo que podía. Tras la ocupación germana del país y de su ciudad, trata de seguir ayudando en todo lo posible, sobre todo a los más desfavorecidos de su ciudad: los niños judíos.


     Wladislaw Sikorski es el presidente del gobierno polaco en el exilio, primero en París y, más tarde, en Londres. Desde allí, ayuda a las distintas organizaciones clandestinas que buscan tratar de oponerse a la dominación germana. Además, colabora con Gran Bretaña y el resto de gobiernos aliados contra la Alemania nacionalsocialista. Se desespera al ver que nadie cree que sean ciertos todos los rumores que le llegan desde su país sobre las barbaridades cometidas contra su pueblo por las tropas alemanas. Se preocupa de enviar a varios correos a Varsovia para reunir todo tipo de información veraz para convencer a los aliados de que todo es real, tristemente real. Pero no obtiene ningún resultado positivo y nadie socorre a la población judía polaca, que queda abandonada a su suerte.


     Jan Karski es el más importante correo que informa a Sikorski de las atrocidades alemanas en Varsovia. Incluso Irena Sendler le llega a acompañar, a modo de guía, en una de sus visitas al gueto, aunque no lo conoce y él tampoco le informa de su identidad a ella. Al igual que Sikorski, también él se desespera al no ser capaz de convencer a los aliados de la imperiosa y urgente necesidad de socorrer a la condenada a muerte población judía polaca. Por desgracia para él, que arriesgó su vida varias veces al visitar su país, y para los más desfavorecidos, su magnífica labor no se ve recompensada con las ayudas demandadas.