IRENA SENDLER



     Irena Sendler fue siempre una mujer de gran coraje, muy influida por su padre, un médico rural que murió, cuando ella tenía sólo siete años, ayudando a una comunidad judía azotada por el tifus en plena Gran Guerra. De él siempre recordaba dos reglas que siguió a rajatabla a lo largo de toda su vida: que a la gente se la divide entre buenos y malos sólo por sus actos, no por sus posesiones materiales; y que se ha de ayudar siempre a quien lo necesite, sin importar su raza o su religión.

     Cuando la pequeña Irena se hizo mayor comenzó a trabajar en los servicios sociales del ayuntamiento de Varsovia y, como su padre años atrás, se unió al Partido Socialista Polaco. Corrían los años 30 y destacaba en los proyectos de ayuda a pobres, huérfanos y ancianos. «Ella era de izquierdas, sí, pero de una izquierda que ya no existe, preocupada por las personas y por su bienestar», apunta su biógrafa Anna Miezskowska. A pesar de ello, siempre se situó bastante lejos de la política activa.

     En 1939 Alemania invadió Polonia y el trabajo de Irena se hizo más necesario. Todo cambió en 1940, cuando los alemanes encerraron a todos los judíos de Varsovia en un área acotada de la ciudad y rodeada por un muro con alambrado de púas. El gueto fue la tumba para miles y miles de personas, que morían diariamente por inanición o enfermedades. Irena estaba horrorizada y, como muchos polacos, decidió que había que actuar para evitar la barbarie que asolaba las calles de la capital. Todos los días accedía al gueto de forma legal para llevar dinero, comida y medicinas, siempre portando un brazalete con una estrella de David como símbolo de solidaridad y para no llamar la atención de los germanos.

     La actividad de Irena era frenética, igual que el riesgo diario a ser descubierta por los soldados alemanes. Muchas noches no podía dormir a causa de la tensión vivida durante el día, padeciendo enormes jaquecas derivadas de una enfermedad en su adolescencia que hizo necesaria una trepanación. Pese a su endeblez física Irena era extremadamente fuerte de carácter, no huyendo jamás ante ningún peligro. Sin duda, todo un ejemplo a seguir en una época realmente dramática.